Bueno, aquí vas con una pregunta que termina resultando un tanto desordenada porque traslada al texto de Hebreos una lógica ajena: la comparación entre tipos de sufrimiento físico, cuando Hebreos trata más bien de la eficacia cultual de la sangre derramada. (entre paréntesis: acumular preguntas puede dificultar una buena discusión).
Vamos a empezar con algunas aclaraciones importantes sobre la cuestión general del escrito llamado «Carta de san Pablo a los Hebreos». Como suele decirse al inicio de cualquier curso sobre ella: ni es de san Pablo, ni es una carta, ni es a los hebreos...
Respecto de la atribución a san Pablo fíjate que para algunos autores antiguos (por ej. Orígenes, Clemente de Alejandría) no era nada clara. Un análisis de estilo, vocabulario y temas paulinos habituales hace que en la actualidad ya no se la relacione en absoluto con el universo paulino, salvo por algunos intereses, como es el valor de la fe o la mediación de Cristo, que de todos modos Hebreos trata de una manera muy distinta, no sólo que el Apóstol, sino también que sus continuadores más tardíos (como pueden ser Ef/Col, o Tim/Tito). Así que quitémosla del ámbito paulino, que no le hace nada bien que a la complejidad y belleza del universo de Hebreos lo mezclemos con la complejidad (y también belleza) del universo paulino.
En cuanto al género, tampoco está claro que sea una carta, no tiene exordio epistolar, y la conclusión "epistolar" (Hb 13,23-25) no agrega nada al contenido, y bien podría ser simplemente para meterla en el molde de un género conocido y utilizado por los primeros escritores apostólicos. Posiblemente su género literario queda definido precisamente al final: logos tes parakleseos, discurso de exhortación/consolación (Hb 13,22), es decir, lo propio de la homilía sinagogal o de los primeros tiempos cristianos (Lucas usa ese mismo término en Hech 13,15 para una homilía sinagogal, y en 15,31 para una el efecto en la asamblea de una carta apostólica).
Respecto del público destinatario, que sean "los hebreos" es una deducción a partir del tema, de que habla de los sacrificios del templo, pero no es imprescindible pensar en cristianos judíos; también podría tratarse de creyentes de la gentilidad fascinados por el imaginario ritual del AT, que querían para la nueva fe, tan pobre en ritos, un culto fastuoso y simbólico, poblado de ángeles que llevaran ofrendas y trajeran dones a los hombres.
Puesto que la carta es tardía (años 90/100) y el templo hacía rato (año 70) que no existía, es posible que el autor no esté pensando en el sacrificio concreto del templo. De hecho el autor argumenta estrictamente desde las descripciones rituales del Éxodo, que las podía conocer cualquier persona religiosa, judía o no, que por su fe cristiana se familiarizara con el AT, no argumenta desde la práctica ritual judía de la época del segundo templo, que es y no es idéntica a la del Éxodo (lo es en esencia, no lo es en los detalles). En cuanto a que sean judíos "recién convertidos" es rizar el rizo, no hay nada en el escrito que indique eso: si lees bien Hb 10,32-39 verás que le habla a cristianos que han sido fervientes y ya no lo son, cosa que no suele pasar con los recién convertidos, sino más bien con los contrarios.
Pero vamos al tema de la efusión de sangre: en Hebreos la reflexión es completamente religiosa y ritual, en ningún momento se habla de sufrimientos extremos ni de tortura y mofa. Este tipo de énfasis en el sufrimiento físico extremo recuerda más a ciertas representaciones cinematográficas modernas que al texto de Hebreos, o incluso que a los evangelios, donde la necesaria representación del sufrimiento físico y las torturas es muy mesurada.
Cuando Hb habla de torturas, es en relación a los mártires (cap. 11), de mofas habla una vez, pero en el mismo contexto, y sí, una vez habla de un sufrimiento extremo de Jesús, de poderoso clamor y lágrimas (Hb 5,7), pero no parece centrarse en el aspecto físico del martirio, sino en la actitud obediencial de Cristo en la prueba, evocada en los evangelios y en nuestra liturgia a través de la escena de Getsemaní.
Diría que en general la cuestión de la sangre se circunscribe siempre a su dimensión ritual, nunca a su carácter patético y torturado, así que no hay nada que se vaya por fuera de lo que un sacerdote experto en sacrificios podría decir acerca del sacrificio de los corderos.